Gracias al Señor Jesús tenemos asegurado un lugar por la eternidad

Lectura Bíblica : Juan 3:16; 14:1-6

Introducción :

Cuando vamos a las Escrituras, encontramos en Juan 3:16 una manifestación de su amor que trasciende nuestros niveles de comprensión. Él nos ama y, gracias a la obra redentora del Señor Jesús, nos hizo Sus hijos. El paso de recibirlo en nuestro corazón, nos asegura un destino en la eternidad.

I.- DIOS NOS TIENE PREPARADO UN LUGAR ESPECIAL EN LA ETERNIDAD (vv. 1-3)

1.- El Señor Jesús nos llamó a descansar en la certeza de que tenemos asegurado un destino en la eternidad (v. 1)

“…creéis en Dios, creed también en mí.”

a.- Debemos tener paz: Dios nos aseguró un destino en la eternidad

b.- Debemos mantenernos firmes en nuestra esperanza del destino que tenemos en la eternidad.

2.- El Señor Jesús confirmó que hay para nosotros asegurado un destino en la eternidad (vv. 2, 3)

a.- Con su sacrificio en la cruz, el Señor Jesús nos asegura ese destino en la eternidad.

b.- El Señor Jesús está preparando para nosotros nuestras moradas para ese destino en la eternidad.

II.- GRACIAS A LA OBRA REDENTORA DEL SEÑOR JESÚS TENEMOS ASEGURADO NUESTRO DESTINO EN LA ETERNIDAD (vv. 4, 5)

1.- En el Señor Jesús tenemos la certeza de que nuestra vida no termina al finalizar nuestro tránsito terrenal (v. 4)

2.- Es esencial conocer al Señor Jesús y el plan eterno que tiene para nosotros (v. 5)

a.- El discípulo Tomás representa a quienes hablan de Dios pero no conocen realmente a Dios.

b.- El discípulo Tomás representa a quienes no han entendido que hay para nosotros un destino en la eternidad.

III.- NUESTRO DESTINO EN LA ETERNIDAD AMERITA QUE CAMINEMOS EN FE Y PERSEVERANCIA (vv.5, 6)

1.- El camino seguro hacia el destino en la eternidad es el Señor Jesucristo (v. 5 a)

“Yo soy el camino, la verdad y la vida…”

2.- A través del Señor Jesucristo Dios nos revela la maravillosa promesa de nuestro destino en la eternidad (v. 5 b)

“… nadie viene al Padre sino por mí.”

Conclusión:

Cuando recibimos a nuestro Señor Jesús como Salvador personal, estamos dando un paso gigantesco que nos lleva de ser pecadores y, en tal condición, separados de Dios, a convertirnos en hijos. Esa decisión que para muchos puede parecer intrascendente, reviste singular importancia en el presente y en el futuro porque nos asegura la vida