La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén nos hizo victoriosos
Base Bíblica: Mateo 21:1-11
Introducción:
Por muchos siglos el pueblo de Israel esperó al Mesías. Era una esperan en la que, por algunos períodos caían en la desesperación o el desánimo. Lo contradictorio es que esperaban un príncipe guerrero como su Mesías y no un Dios que hablara de paz, de amor, de oportunidades y que trajera liberación, sanidad y Salvación.
Ese es el marco en el que nuestro amado Salvador Jesús entra en Jerusalén. Contrario a lo que hubieran esperado los religiosos de la época, de encontrarse con un poderoso guerrero, Jesucristo entró a la capital Judía como Rey y Mesías.
I. El pueblo de Israel no esperaba un libertador que fuera como Jesús, un Príncipe de paz (vv. 1-4)
1. Era la última semana de vida para el Señor Jesús y cumplió con la totalidad de las profecías mesiánicas
2. El Señor Jesús mandó preparar todo porque sabía que, muy a pesar de los religiosos de la época, entraría a Jerusalén triunfante como Rey y Mesías (vv.1-3)
3. La gran contradicción que no lograban conciliar los religiosos de la época, es que esperaban un Mesías guerrero no un Dios de paz
II. Con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, Dios llegó a Su pueblo como el Mesías esperado (vv. 5-7)
1. Con la entrada a Jerusalén se cumplió la promesa mesiánica de que Dios llegaría a Su pueblo (Isaías 62:11, 12)
2. Con la entrada a Jerusalén se cumplió la promesa mesiánica de que el Mesías sería un Rey manso y humilde (Zacarías 9:9)
Manso – Del griego Praus. Humildad genuina, manso, gentil.
3. Dios tiene todo cuidadosamente planeado desde la eternidad, y todo se cumple al pie de la letra (vv. 6, 7; Mateo 24:35)
III. Con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén el mundo recibió a su Salvador
1. El pueblo recibió en Jerusalén al Señor Jesús como Rey y Mesías (v. 8)
2. El pueblo reconoció al Señor Jesús como Hijo de Dios (v. 9)
a. Reconocían que el Señor Jesús cumplía una misión de parte de Dios (Salmos 118:26)
b. La Presencia del Señor Jesús trajo gozo al pueblo (Salmos 118:15)
3. El pueblo reconoció al Señor Jesús como el ungido de Dios (v. 10, 11, Juan 6:14; 7:40)
Conclusión:
Millares de personas se dieron cita a la entrada del Señor Jesús en Jerusalén. Fue un recibimiento como se lo merecía el Rey y Mesías. Lo grave para los religiosos de la época era que iba en contravía de lo que esperaban. Tenían frente a sus ojos a un hombre manso, que hablaba de paz y de amor, y no lo que esperaban: Un guerrero que los libertara del yugo romano. Ese mismo Jesús es el que hoy toca a las puertas de tu vida y te ofrece una nueva oportunidad de cambio y de vida eterna. Si le abres tu corazón podrás emprender una nueva vida, llena de realización.
Publicado en: Sermones
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