Venciendo pruebas y tentaciones en el poder de Dios
Base Bíblica: Marcos 1:9-13
Introducción:
Dios nos ama. Siempre nos ha amado. Por su infinito amor hacia nosotros, aunque estábamos muertos en delitos y pecados (Cf. Efesios 2:1-3), envió a Su Hijo Jesús a morir por nosotros para reconciliarnos por medio de Él y darnos vida eterna (Romanos 6:22, 23) Esa fue la razón para que dios se hiciera hombre y en el Hijo, muriera en la cruz para limpiarnos de nuestros pecados, abriéndonos las puertas a una nueva existencia (Cf. 2 Corintios 5:17)
I. Con el bautismo, el Señor Jesús testimonió su consagración a Dios (vv.9-11)
1. El Señor Jesús se sometió al bautismo, testimoniando su consagración al Padre y la misión que le había sido encomendada (versículo 9)
1.1. El bautismo que recibió el Señor Jesús era distinto del que se aprecia en la iglesia cristiana del primer siglo (Hechos 2:37, 38; 3:19; 19:5-7)
1.2. El bautismo de Juan era para arrepentimiento, pero el Señor Jesús no tenía qué arrepentirse (Cf. 2 Corintios 5.21, Hebreos 4.15). Lo hizo esencialmente como testimonio.
2. El Padre celestial bautizó con el Espíritu Santo al Señor Jesús para que iniciara su ministerio (versículo 10)
2.1. El Espíritu Santo descendió sobre el Señor Jesús (Juan 1:32)
2.2. Cuando el Espíritu Santo llena nuestras vidas, nos capacita y habilita para el ministerio (Lucas 4:1, 14; Hechos 1:8)
3. El Padre celestial testimonió que no sólo amaba al Hijo sino que se complacía en Él (versículo 11)
3.1. En el Señor Jesús Dios estaba reconciliando al mundo (Cf. 2 Corintios 5.18-20; Efesios 2.16)
3.2. Dios desde siempre nos ha amado (Juan 3.16); Sin embargo debemos llegar a un nuevo nivel, en el que nuestra vida y consagración a Él le despierten complacencia.
a. Complacemos a Dios cuando andamos en Su voluntad (Cf. Marcos 3.35, Romanos 12:29
b. Complacemos a Dios cuando andamos en reverente temor de Él (Hechos 12:28, 29)
II. Cuando andamos con Dios, las pruebas tiene un propósito (v. 12)
1. El Espíritu Santo fue el que llevó al Señor Jesús al desierto (versículo 12)
1.1. El problema en sí no es la tentación sino cómo actuamos frente a la tentación.
a. Podemos resistir la tentación y obtener la victoria en Cristo.
b. Podemos ceder a la tentación y experimentar un revés personal y espiritual.
1.2. En medio de las tentaciones, salimos victoriosos si estamos prendidos de la mano de Dios.
2. Cuando enfrentemos pruebas, no nos preguntemos ¿Por qué? Sino ¿Para qué? Debemos recordar que en el plan de Dios, las pruebas tienen un propósito.
III. En medio de las pruebas y tentaciones, Dios nos fortalece para vencer (v. 13)
1. Aunque el período de tentación en el desierto fue prolongado, el Señor Jesús se fortaleció en Dios (versículo 13 a)
1.1. El Señor Jesús conoce nuestra situación cuando somos tentados, y quiere ayudarnos si se lo pedimos (Hebreos 2:18)
1.2. En Dios encontramos fortaleza para vencer.
2. Satanás nos tienta, pero cada uno decide si cede a la tentación (versículo 13 b)
3. En medio de la tentación, y superada la tentación, Dios está con nosotros para fortalecernos y guiarnos a la victoria (versículo 13 c)
Conclusión:
Las pruebas y tentaciones son inevitables. Siempre vendrán a nuestra vida. Para vencer y salir victoriosos y fortalecidos, es necesario que desarrollemos una íntima relación con Dios. Él está siempre a nuestro lado y quiere venir en nuestra ayuda cuando lo necesitamos. Su poder ilimitado es el que nos lleva a la victoria siempre.
Publicado en: Sermones
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