Venza el gigante de la ansiedad

Base Bíblica: Mateo 6:25-34

Introducción:

La ansiedad resulta uno de los males perjudiciales de nuestro tiempo. Toma fuerza cuando no la tratamos a tiempo.

Entre las consecuencias podemos enumerar: Depresión, insomnio, problemas digestivos o intestinales. dolor de cabeza y dolor crónico, aislamiento social, dificultades de concentración y, por supuesto, mala calidad de vida.

Es esencial que sometamos la ansiedad en manos de Dios. Solamente con su divina ayuda podemos recobrar la paz.

I.- EL PODER DESTRUCTIVO DE LA ANSIEDAD

1.- La ansiedad nos lleva a experimentar temor.

2.- La ansiedad nos lleva a pensar que no podremos cumplir el propósito de Dios (Jueces 6:1-6)

3.- La ansiedad nos atemoriza y paraliza cuando las circunstancias son adversas (Salmos 91: 5, 6)

4.- La ansiedad nos lleva a preocuparnos por un mañana que aún no llega.

5.- La ansiedad desconoce que Dios tiene el control de todas las circunstancias (Mateo 6:25-34)

II.- DIOS NOS LLAMA A ENTREGAR LA ANSIEDAD

1.- Dios es quien toma nuestras cargas (Salmos 55: 22)

2.- Dios conoce cuál es el motivo de nuestra ansiedad (Mateo 6: 7, 8)

3.- Dios puede resolver los motivos de ansiedad que enfrentamos (Lucas 1: 37)

4.- Dios recibe en sus manos nuestra ansiedad (2 Pedro 5. 7)

5.- Dios nos fortalece cuando enfrentamos ansiedad (Isaías 40. 29)

6.- Si lo buscamos, Dios suple nuestras necesidades (Mateo 6: 33, 34)

III.- ¿CÓMO MANTENERNOS LIBRES DE LA ANSIEDAD?

1.- Reconocer que Dios nos acompaña siempre (Isaías 41: 10)

2.- Como hijos de Dios, Él no nos abandona (Isaías 43.1-3)

3.- Dios piensa en nosotros siempre (Salmos 40: 17)

4.- Debemos llevar la ansiedad delante de Dios en oración (Filipenses 4:6)

Conclusión:

Todas las personas enfrentamos ansiedad. Es una reacción natural del organismo. Lo esencial está en saber manejar los estados ansiosos de tal manera que no afecten— como suele ocurrir— nuestra vida interior y la interacción con otras personas.

Es aquí cuando cabe tener en cuenta lo que enseña Juan 16:33: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo."

En adelante, antes que permitir que la ansiedad lo gobierne, ríndala en manos del Señor quien responde a nuestro llamamiento.